jueves, 31 de enero de 2008

Mensaje de Esperanza 31-01-2008

¡Alégrate, el Señor está contigo!

Mensaje Espiritual

Jueves, 31 de enero de 2008

Semana 3ª durante el año

2 Samuel 7, 18-19. 24-29 / Marcos 4, 21-25

Salmo responsorial Sal 131, 1-5. 11. 13-14

R/. "El Señor le dará el trono de David”

Santoral:

San Juan Bosco


No renuncies a tus sueños



Dale la mano a Dios.

Busca una mayor y más profunda intimidad con Él

Tan solo descansa en Él y espera en Él.



Mientras lo haces permite que el Espíritu Santo

te llene de su presencia y te renueve.

Deja que venga sobre ti renovando tu mente,

tu corazón, tu cuerpo.



Una nueva fuerza vendrá sobre tu vida.

Tu mente se desbloqueará.

Respira profundo y busca a Dios en cada instante.

Descúbrelo en cada momento que vivas

y reconócelo en cada cosa a tu alrededor.

Comienza a ver con nuevos ojos.



No renuncies a tus sueños.



Cuando determines tu objetivo, camina hacia él.

No permitas que nadie ni nada te desvíen.

Usa los inconvenientes como fuerzas impulsoras

que te acercan al logro de tu sueño.



Transforma lo negativo en positivo.

Si algo negativo vino a tu vida

es porque algo positivo ocurrió en ti.

¿Cómo vencer lo negativo que te ha sobrevenido?

Debes descubrir algo negativo que debe haber en ti.

Cuando descubres lo negativo que hay en tu vida

y lo enfrentas, ocurre algo maravilloso:

lo negativo que te ha sobrevenido

y lo negativo en ti, se transforma

en algo positivo: menos por menos = Más.



Si a lo negativo reaccionas en forma negativa,

seguirá siendo algo negativo.

Pero si eres capaz de retener esta verdad

y practicarla, vencerás.



Lo negativo que nos viene a nuestra vida

debe ser motivo para hacernos reflexionar

para descubrir algo negativo que hay en nosotros.

Cuando lo hacemos, se transforma

la maldición en bendición.



No renuncies a tus sueños.

Tu sueño está en un lugar alto.

Tu trabajo consiste en hacer los peldaños

que te permitirán subir por tu vida

para alcanzar tu sueño.

Construye cada peldaño con Sabiduría,

ella viene de Dios: dale la mano a Dios cada día.



Construye cada peldaño con Perseverancia.

Fluye como el agua, el agua siempre

se dirige hacia donde desea.



Construye cada peldaño con Trabajo.

Tu sueño requiere ser construido

con trabajo incansable.



¡No renuncies a tus sueños!



Encar_AM

miércoles, 30 de enero de 2008

Mensaje de Esperanza 30-01-2008

¡Alégrate, el Señor está contigo!

Mensaje Espiritual

Miércoles, 30 de enero de 2008

Semana 3ª durante el año

2 Samuel 7, 4-17 / Marcos 4, 1-20

Salmo responsorial Sal 88, 4-5. 27-30

R/. "Le aseguraré mi amor eternamente”


Santoral:

Santa Batilde y San Lesmes,

San Fulgencio de Ruspe,

Santa Jacinta de Mariscotti


No permitas que...



No permitas que nada ni nadie destruya

ese don precioso que brilla dentro de ti.


No permitas que se termine el brillo

del amor en tu alma, porque quienes

te han amado tanto, aún,

con el paso del tiempo te siguen amando

y deseándote el bien.



Hazles el homenaje de no permitir que nadie

quiera doblegarte y someterte a su voluntad.

Ámate como ellos te han amado y respétate

como el divino sueño de Dios.



Reconoce en cada buen recuerdo

el germen de tu vida y corrige los errores

del hoy podando las hojas muertas

del árbol que sostiene tu historia.



Rodéate de luz y sé luz...



Descansa pero no te dejes caer.

No te dejes vencer por las corrientes

que parecen tan terribles, tan inefables,

no les des mayor atención de la que debes darle,

porque si todo el tiempo piensas

en las contrariedades de la vida,

terminarás confundiéndote

con lo mismo que no deseas.



Aunque parezca difícil emprender el camino

y parezca difícil avanzar, cuando hayas dado

varios pasos, estarás nuevamente andando

el sendero de la felicidad.



Recuérdalo siempre:

nunca es tarde para... volver a empezar.

martes, 29 de enero de 2008

Mensaje de Esperanza 29-01-2008

¡Alégrate, el Señor está contigo!

Mensaje Espiritual

Martes, 29 de enero de 2008

Semana 3ª durante el año

2 Samuel 6, 11a. 12-15; 17-19 / Marcos 3, 31-35

Salmo responsorial Sal 23, 7-10

R/. "El Señor es el Rey de la gloria”

Santoral:

San Sulpicio Severo, San Gildas o Gildosio

y San Pedro Nolasco

No esperes

No esperes una sonrisa, para ser gentil. . .
No esperes ser amado, para amar. . .
No esperes estar solo para reconocer

el inmenso valor de un amigo. . .
No esperes el luto del mañana,

para reconocer la importancia

de quienes están hoy en tu vida...


No esperes tener el mejor de los empleos,

para ponerte a trabajar...
No esperes la nostalgia del otoño,

para recordar un consejo. . .
No esperes la enfermedad,

para reconocer que tan frágil es la vida. . .


No esperes a la persona perfecta,

para entonces enamorarte. . .
No esperes el dolor,

para pedir perdón. . .
No esperes la separación,

para buscar la reconciliación. . .


No esperes elogios,

para creer en ti mismo...
No esperes que los demás

tomen la iniciativa, cuando sabes

que tu mueres de ganas de un abrazo,

una caricia, un beso. . .

No esperes el "te amo”, para decir “yo también"
No esperes tener dinero por montones,

para entonces ayudar al pobre...
No esperes el día de tu muerte,

si aun no has amado la vida. . .



No podemos esperar, el momento es hoy

y hoy significa ahora, este día.
No vivamos esperando de los demás,

empecemos a ser protagonistas.

Es nuestra vida, es nuestro presente: aquí y ahora.

Debemos aprender a amar, a dar

desinteresadamente, a sentir, a perdonar,

a darle valor a nuestras pequeñas cosas,

a nuestros amigos, a nuestro trabajo,

a nuestra vida de todos los días.



Si vivimos siempre esperando...

en esa espera se nos va la vida...



No esperemos de los demás...

nunca sabremos qué nos darán, qué recibiremos...

muchas personas viven esperando y en esa espera

se olvidan que aquellos que dan sin esperar

son los que reciben a manos llenas...



Todo lo que damos regresa a nosotros...

Si queremos recibir aprendamos primero a dar...

tal vez nos quedemos con las manos vacías,

pero nuestro corazón estará lleno de amor...

Y quienes aman la vida tienen el sello
de ese sentimiento en un lugar de su corazón...

lunes, 28 de enero de 2008

Reflexiones sobre la familia

Anillos que valen
Porque el anillo, para los esposos, indica un proyecto y una aventura, un amor que une y que crece con el paso de los años
Anillos que valen
Anillos que valen
El valor de cada anillo depende del amor que une a los esposos.

Esta anécdota ocurrió en el año 1987, en la zona centro de México. Dos esposos viajaban de regreso a casa. En la carretera, se reventó una llanta y hubo que cambiarla, entre los nervios y las prisas de las circunstancias.

La esposa escuchó un ruido metálico, pero no le dio mayor importancia. Cuando la nueva llanta estaba en su sitio, el coche se puso nuevamente en camino.

Tras llegar a Morelia (Michoacán), el esposo descubrió que le faltaba el anillo de bodas.

Ella no tuvo la menor duda: ¡a buscar el anillo! Amaneció el nuevo día, y los esposos recorrieron 400 kilómetros de carretera hasta llegar al lugar del accidente.

Allí cerca había una escuela. Una persona del lugar les aconsejó que desistieran: seguramente alguno de los muchos niños que pasaban por allí habría visto el anillo y lo habría tomado.

Los esposos no se resignaron. Gracias a la buena memoria de la esposa, por fin encontraron el anillo. Un anillo que valía mucho, porque esos esposos, que en aquel entonces llevaban 15 años de casados, lo veían como símbolo de un amor llamado a madurar cada día un poco más.

Desde entonces han pasado casi 20 años. Pero el anillo sigue allí, entre las manos de esos esposos, como señal de un amor bello y fiel.

En una obrita publicada en 1960, “El taller del orfebre”, Karol Wojtyla habló de la belleza del amor esponsal precisamente a través del anillo. Uno de los protagonistas, el orfebre que vendía anillos a las parejas, era capaz de descubrir el peso y el valor de cada anillo: el mismo valor del amor que reinaba en cada pareja que entraba a su taller.

Vale la pena recorrer 400 kilómetros para buscar algo que es mucho más que un símbolo. Porque el anillo, para los esposos, indica un proyecto y una aventura, un amor que une y que crece con el paso de los años. Por eso, su presencia en la mano, su brillo continuo y sereno, dice mucho. Especialmente si hay corazones enamorados y frescos, que conservan, a pesar de los golpes de la vida, la ilusión de amar y ser amados para siempre.

Mensaje de Esperanza 28-01-2008

¡Alégrate, el Señor está contigo!

Mensaje Espiritual

Lunes, 28 de enero de 2008

Semana 3ª durante el año

2 Samuel 5, 1-7. 10 / Marcos 3, 22-30

Salmo responsorial Sal 88, 20-22. 25-26

R/. " Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán”

Santoral:

Santo Tomás de Aquino

Contigo, Señor, mis primeros pasos



Para apoyarte en aquello que,

para el mundo y para nosotros,

Tú tienes pensado.

Y trabajar, sin desmayo ni tregua,

para que muchos o algunos encuentren

su felicidad en Ti.



Contigo, Señor, mis primeros pasos

Porque, cuando me dices “sígueme”

siento que, todavía, no te conozco lo suficiente

Que, soy cristiano sin saber lo qué significa

y que me da miedo seguirte por lo que ello implica.



Contigo, Señor, mis primeros pasos

Porque, cada día, nos das una oportunidad para seguirte.

Una hora en la que decir “sí” o un “no”.

Porque, siendo jóvenes, mayores o ancianos,

Tú pasas por la orilla de nuestra vida

pidiendo algo tan grande como personas

que crean, esperen y te amén a Ti, Señor.



¿Daré mis primeros pasos, Señor?

¿Dejaré algo por Ti?

¿Haré algo por tu Reino?

¿Sacaré mis excusas para quedarme sentado en lo mío?



¿Cómo dar mis primeros pasos, Señor?

¡Ah! ¡Ya lo sé, Señor!

Dejando que Tú, conviertas todo lo que en mí,

Señor, está un tanto desorientado y pervertido.

¡Gracias, Señor!

Javier Leoz

domingo, 27 de enero de 2008

Mensaje de Esperanza 27-01-2008

¡Alégrate, el Señor está contigo!

Liturgia - Lecturas del día

Domingo, 27 de Enero de 2008
DOMINGO 3º DURANTE EL AÑO

Isaías 8, 23b--9, 3 / 1 Corintios 1, 10-14. 16-17

/ Mateo 4, 12-23
Salmo Responsorial, Sal 26, 1. 4. 13-14

R/. "El Señor es mi luz y mi salvación"

Santoral:

Santa Ángela de Mérici


¿PARA QUÉ VIENE USTED?

Así recibió, el dueño de una casa, a un vendedor que decía ofrecer un producto excepcional, asombroso y a buen precio. El inquilino ni se molestó en seguir la conversación. Cerró la puerta….y a otra cosa mariposa. El Bautismo del Señor, y su recuerdo en la semana pasada, nos ponen ya en el punto de salida de la razón de ser de la venida de Jesús al mundo. ¿Para qué? Podemos preguntarnos creyentes. ¡Para que! Pueden exclamar los incrédulos o tibios.

1.- Ante la llegada de Jesús nadie puede quedarse indiferente. Su palabra, siempre va al grano, acompañada del ejemplo y de la radicalidad, empuja siempre a decantarse: o estamos con él, o lo dejamos de lado.

La conversión, entre otras cosas, es el fin primordial de la misión de Jesús. A muchos no les interesa que, lo sustancial, cambie. ¿A qué viene usted? Pero, por otro lado, nos encontramos con leyes que convierten el bien en mal, el capricho de unos pocos en imposición general o el criterio mutante de una sociedad, que ha perdido el norte en muchos aspectos, se nos presenta como ¡el no va más! Como el gran logro de los tiempos modernos. Como si, ser innovador –por ejemplo- sea sinónimo de renunciar a la dignidad de la persona humana o al sentido común.

¿Para qué vino Cristo? Entre otras cosas para ser signo de contradicción. Su paz no la entendían los que vivían placidamente. Su poder, no lo asimilaban los que ostentaban su influencia para reprimir y humillar a los más pobres. Sus palabras, eran como una espada afilada que cortaba por lo sano el cuento y el disfraz de aquellos que, precisamente, se quedaban en palabrerías huecas e interesadas.

¿Y todavía nos preguntamos para qué y por qué vino Jesús?

- Entre otras cosas para darnos un poco de luz. ¡Son tantas las tinieblas que nos sacuden actualmente!

- Para hacernos comprender que, con su muerte, la nuestra es una experiencia que todos la tendremos pero que acabará en mañana de resurrección.

- Para animarnos a volver de caminos equivocados. Para que nuestros corazones, atenazados y volcados en lo simple, se dirijan al que lo mueve con autoridad y empeño: ¡Dios!

2.- En este domingo, hermanos, también Jesús pasa por nuestro singular lago de Galilea: en el trabajo, familia, parroquia, noviazgo, sacerdocio, instituto, escuela o universidad, nos sigue diciendo “venid y seguidme”. Y es que, en esos ámbitos, es donde hemos de demostrar, y ya no tanto señalar cuanto vivir, que somos de los suyos.

Jesús no ha venido para permanecer eternamente niño recibiendo adoración y presentes en Belén. El Señor se ha lanzado a la tierra para hacernos comprender que el camino del amor es una senda privilegiada que nos conduce al cielo. Para hacernos entender que, si Dios es Padre, también nosotros somos hermanos.

Fue una persona entregada totalmente a su misión. ¿Lo somos nosotros? ¿Damos testimonio o somos altavoz de ese Jesús que decimos llevar dentro y que, en la iglesia, lo profesamos con un tímidamente “sí, creo”?

“Verdades a medias, grandes mentiras”, dice un viejo adagio. Su misión es la nuestra. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Ser bautizados exige ponerse en movimiento. No contenernos a mitad de camino con un “bastante he hecho con bautizarme”. En el Bautismo, Dios, nos colocó sobre dos vías: en la vía de la esperanza y en la vía de la fe. Las dos hemos de recorrer y las dos hemos de elegir para llegar a contemplar cara a cara el rostro de un Cristo que se desgastará y que recibirá bofetadas, como tantos hombres y mujeres por predicar su nombre, las reciben en nuestro tiempo. Que nuestra verdad, ser cristianos, sea auténtica: sazonada por las buenas obras, animada por una confianza que nos hace dinámicos y alegres y completada por una caridad que nos convierte automáticamente en “otros cristos” que dan, lo que tienen y pueden, sin llevar cuenta de cómo y a quién lo ofrecen.

3.- Qué sugerente aquel encuentro de un creyente con un bondadoso. “Soy creyente pero me falta la capacidad para dar sin pensar lo que doy”. Y la respuesta del segundo; “dime, por favor, cómo ser creyente, porque yo doy pero me resulta difícil pensar en Dios”.

Nuestro testimonio, nuestra alegría, nuestro encanto personal y eclesial. El firme convencimiento de lo que llevamos entre manos, nuestra perseverancia pueden ayudar, ¡y mucho! a este mundo que, aunque aparentemente reniegue de Dios, como apuntaba recientemente el Cardenal de Madrid, se encuentra triste y tremendamente solitario.

Javier Leoz

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